Comenzó la conversación temprano en la mañana con un “Buenos días…¿qué están pensando sobre las elecciones? ¿Cuál debe ser nuestro rol?” Con esas dos preguntas se prendió una discusión que duró dos días entre un grupo de más de 100 emprendedores que hacen parte de la red Endeavor en Colombia.
Las primeras respuestas eran cuidadosas, resaltando si era prudente, o no, hablar sobre política dentro de las compañías que dirigimos, dado que éste es un tema que ha demostrado ser delicado y polarizante. Pero pronto una de las mujeres de nuestro grupo mandó un mensaje de voz diciendo: “Ojalá que despertemos, porque si no, puede ser muy tarde y muy amargo.” Ella quería resaltar, con el tono dulce que siempre la caracteriza, que sí debíamos infundir y reflejar nuestra opinión sin restricción.
La conversación empezó a dar una vuelta en ese momento, pues llegamos progresivamente a concluir que no hemos sido buenos, como emprendedores ni empresarios, en hablar con conceptos claros y sencillos sobre las oportunidades que hemos tenido para construir empresa dentro del modelo que hoy nos brinda el país. Manejamos un lenguaje complejo y distante (con un aire de superioridad) que no conecta con la emoción del país; más bien, en algunos casos, genera algo de repudio y resentimiento.
“¿Por qué hemos fallado?”, se preguntaba otra de las emprendedoras que hoy lidera una compañía dedicada a ofrecer experiencias para que jóvenes exploren la naturaleza en lugares exóticos de nuestro país y del mundo. Alguien respondió diciendo que “el mensaje de crear empresa, al colombiano promedio, lo enoja, porque en medios se pinta al empresario como alguien privilegiado y ventajoso”. Lo curioso es que ese comentario venía precisamente de un colombiano promedio, criado en Suba por una madre soltera, y hoy la empresa que él fundó ha logrado atraer inversión de los principales fondos de Silicon Valley dado el potencial que presenta su proyecto.
“¿En dónde se rompe el mensaje que estamos dando como empresarios para terminar en el lado equivocado de la narrativa”?, pregunté yo en el chat. Ya era hora de almuerzo, pero empezaron a llegar algunas respuestas con comentarios como; “al empresario le ha dado miedo participar por la inseguridad que vivimos durante los últimos 40 años”. Otras giraban alrededor de que “hemos sido apáticos en hacer propuestas porque hemos querido mantener la privacidad”. Estos contrastaban con afirmaciones de uno de los del chat dedicado a temas de tecnología de las telecomunicaciones que decía, “en casi cualquier pueblo uno va a preguntar quién donó la plata de la iglesia y sale siendo la familia de la finca vecina más grande; los empresarios fundaron hospitales y universidades, han sido grandes aportantes de nuestra sociedad…”.
Por un buen rato en esa tarde hubo algo de silencio en el chat. Seguramente porque todos estaríamos atendiendo alguna realidad del día-a-día de nuestras empresas… una llamada con un inversionista, un reclamo de algún cliente, un seguimiento a los resultados financieros, o una reunión de lanzamiento de algún nuevo producto… o todas las anteriores. Pero alrededor de las 6pm, uno de los emprendedores (quién fundó una de las cadenas de comida más novedosas del país) dijo: “Como emprendedores e inversionistas no tenemos de otra que seguirle apostando al país; se vienen unos años muy difíciles, pero esto no se acaba o no se salva a partir del 8 de agosto!”.
En ese momento sí que se reventó el chat. Emoticones con dedo arriba, corazones, músculos, aplausos y manos abiertas abundaron. A los pocos minutos una de las emprendedoras del grupo, que hoy vive en Chile, tomó la palabra afirmando que “independientemente de quién quede de Presidente, sí tenemos que cambiar nosotros… no podemos seguir esperando un nuevo estallido social”. Hubo una sensación general en el grupo que giraba en torno a que debíamos actuar, pero no solo en esta coyuntura, sino de manera sostenida.
Ya entrada la noche, y durante la siguiente mañana, empezaron a salir propuestas que venían de todo tipo de emprendedores (los de fintech, proptech, edtech, los unicornios potenciales, los de servicios, agro y software, entre otros). Aparecían ideas de cómo participar, pero no eran reacciones para estos próximos días de campaña; eran más bien acciones permanentes y constantes. Al final del segundo día, resultaron diez principios para guiar el comportamiento de emprendedores y empresarios frente a la sociedad colombiana, que se resumen a continuación:
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- Reconozcamos que estamos en un país diverso, con distintas visiones de “sociedad”; ésto no va a cambiar en el mediano plazo, sino que más bien se va a acentuar.
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- No nos encasillemos como víctimas o salvadores; simplemente entendamos que el empresariado es uno más de los tantos actores nacionales.
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- Aseguremos que la gente que trabaja en nuestras empresas tiene oportunidades para progresar.
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- Empujemos bienestar balanceado para todos los “stakeholders” (grupos de interés) de nuestros emprendimientos; no solo resultados dirigidos a los socios de capital.
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- Ayudemos a que los políticos tengan más información sobre lo que necesitan las empresas de manera que tengan contenido útil al momento de proponer cambios que impacten sobre el crecimiento del país y las oportunidades de trabajo.
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- Acerquémonos a quienes representan las instituciones relevantes (congresistas, magistrados, alcaldes, gobernadores, ministros, etc.) para hablar de país; no para pedir favores.
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- Demostremos la pasión que nos genera el trabajo que resulta de emprender, de manera que más colombianos se inspiren a seguir este camino.
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- Sigamos impulsando y persiguiendo nuestros sueños, buscando ser modelos de rol positivos, y siendo visibles y vocales.
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- Participemos, no nos quedemos dormidos, ni nos escondamos.
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- Repitamos mensajes como éstos incansablemente a toda audiencia que esté dispuesta a escuchar; es la única manera de que queden inmersos en el tejido social del país.
Cerca de las nueve de la noche del segundo día, hubo un chat concluyente de uno de los emprendedores de proptech que hacía referencia al liderazgo político. Decía, “Ningún líder, por más dulce que sea su estilo de comunicación, va a eliminar la polarización. Por el contrario, los líderes prudentes terminan generando aún más rechazo y pérdida de credibilidad por ausencia de posturas claras. Para tener un chance de lograr algo más de unidad, un líder tiene que tener una apuesta audaz, cohesionar al mayor porcentaje alrededor de la misma, y sacarla adelante.” A esa hora todos estábamos cansados y listos para cerrar la discusión, y ésta era una buena manera de terminarla.
Ya para la mañana del tercer día comenzaron a llegar al chat los temas más mundanos. Una de la compañías anunció una fusión; alguno de los emprendedores preguntaba detalles sobre levantamiento de capital y cláusulas anti-dilución; alguien mandó una foto del nuevo Shark Tank; otro requería algún contacto en algún banco pues necesitaba resolver una deuda. Después llegó un mensaje de preocupación por la caída de las bolsas internacionales y el impacto que esto podría tener en la inversión en start-ups… y ahí empezó otra discusión (pero esa la relataremos después!).
*El autor es presidente de la de junta directiva de Endeavor Colombia, una organización que impulsa emprendedores de alto impacto, y que reúne a 56 compañías colombianas, que emplean a más de 23.900 personas de manera directa; estas empresas se enfocan en innovar y en crecer en más de 15% compuesto anual de manera permanente.
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